El autor de este libro introduce la llamada reducción de escala, o el examen con «lupa», del pasado al centrarse en un periodo breve y en un espacio limitado como es la ciudad de Zaragoza. De esta manera puede detenerse en acontecimientos, organizaciones, personajes, etc. que pasan inadvertidos en una historia con enfoques de tiempo y espacio más amplios. Esta aproximación con nos permite un conocimiento cotidiano que se escapa en los enfoques generalistas y a la vez permite al autor indagar en la genealogía del sindicalismo revolucionario que practica la CNT en los años treinta y que ya tenía un recorrido previo.
La dedicación de Fermín Escribano Espligares al tema del movimiento libertario y anarquista en Aragón es un compromiso de honestidad que no olvida la autonomía crítica para su trabajo conteniendo una parte de subjetividad que reverbera los sucesos del pasado y orienta la mirada. El autor de este libro sitúa el enfoque de su investigación en una historia que se enraíza en la historia social, explorando cambios y continuidades en la experiencia de la gente común y corriente, incluso podríamos decir en la gente pobre, privilegiando colectividades por encima de individuos. Este enfoque otorga gran relevancia, quizás excesiva, al trabajo y las ideas de las organizaciones sindicales, como es el caso en este libro. En él se ilustra página a página este trasfondo genealógico en Zaragoza, ciudad conocida como la «perla negra» del anarquismo (o del sindicalismo), una ciudad en la que sobresale la potencia de CNT y de sus tácticas de acción directa.
En este libro se privilegian los conflictos y luchas laborales, como la huelga convocada por el Sindicato de la construcción que consiguió la «semana inglesa» (entre el 10 de octubre y el 15 de noviembre de 1932) y también políticas como la huelga general que se convocó en todo el país el 15 de febrero de 1932 contra la represión y el eco que tuvo en Zaragoza o la campaña abstencionista de 1933. Así mismo, el autor se centra en el impacto de las intentonas insurreccionales de 1932 y 1933, esta última tan bien estudiada por Escribano.
Del prólogo de Laura Vicente