Cada libro, cada poema de Miriam Reyes es desconcertante. Lo es porque aleja suficientemente su propio yo del yo poético y no da lugar a dilucidar si lo que describe, si lo que siente, lo siente en realidad o es, sencillamente, máscara literaria. Dicho esto, Desalojos, su tercer libro, es mucho menos atormentado que los otros dos anteriores (Espejo negro y Bella durmiente, finalista del Premio Hiperión) pero guarda ese aura difuminado de poetisa, de diva, casi de sirena con unos versos desconcertantes y sensuales que traen al lector una suave brisa, perfumes familiares y sensaciones amargas.

La cita que da pie al libro es reveladora: «Extraña manera de estar viva esta necesidad de traducirse en palabras». En Desalojos, eso sí, Reyes vuelve a esa infancia presente, al recuerdo tenaz, al mal presagio. El lector no está seguro leyendo a esta poeta, siente el miedo, la indefensión. Y tal vez sea ese el acierto literario de Miriam Reyes que, por otra parte, llena su obra de imágenes y metáforas a veces demasiado pertenecientes a un universo propio e intransferible. También se dilucida en Desalojos una pérdida del yo protagonista a favor de un nosotros y que propicia versos capitales, sentencias como «alguien que nos ama ha muerto» y, de manera mucho más clara, «Por primera vez y última: nosotros».

Quizá este libro marque un nuevo rumbo en la obra poética de Miriam Reyes que, por otra parte, ya coquetea con la videopoesía. Tal vez, y simplemente, este libro forme parte de un juego cuyas reglas marca la autora. O puede que esa lenta cadencia ?y sensual incluso en el recitado? que es la obra poética de Reyes contenga la verdadera poesía. Quién sabe.

Diego Marín A.