La ronda de la vida
12 €
Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941), Premio Cervantes 2021, se ha convertido en una poeta imprescindible para cualquier lector de poesía. Tras haber reunido en 2021 su obra poética en un volumen que parecía ya definitivo, la autora sorprende ahora con La ronda de la vida, un libro que confirma que su poesía está más viva que nunca.
Si en Inmovilidad de los barcos (1997) Peri Rossi había escrito: «Líbranos, Señor, / de encontrarnos, / años después, / con nuestros grandes amores», en este libro la vida se revela como un juego de azar que desoye sus oraciones y vuelve posibles los reencuentros con el pasado; «Me hubiera quedado con el dulce y doloroso recuerdo», escribe ahora la poeta, con la gracia que la caracteriza. Pero Cristina Peri Rossi es, ante todo, una romántica como ella misma se define y por eso, frente al dolor, la vejez, la soledad, y la melancolía que se conjuga como un verbo, frente a las injusticias del mundo y las leyes irrefutables de la vida, ella reivindica el amor como fusión de cuerpos y también como recuerdo y como fantasía y el sentido del humor. Y mantiene, siempre fiel a sí misma y a su estilo, su ironía dulce y compasiva, su mirada aguda de niña todavía capaz de encontrar belleza en una orquídea o en los ojos de un perro, y su firme devoción por la palabra y por una lengua a la que se siente pegada «como el feto a la madre».
Si en Inmovilidad de los barcos (1997) Peri Rossi había escrito: «Líbranos, Señor, / de encontrarnos, / años después, / con nuestros grandes amores», en este libro la vida se revela como un juego de azar que desoye sus oraciones y vuelve posibles los reencuentros con el pasado; «Me hubiera quedado con el dulce y doloroso recuerdo», escribe ahora la poeta, con la gracia que la caracteriza. Pero Cristina Peri Rossi es, ante todo, una romántica como ella misma se define y por eso, frente al dolor, la vejez, la soledad, y la melancolía que se conjuga como un verbo, frente a las injusticias del mundo y las leyes irrefutables de la vida, ella reivindica el amor como fusión de cuerpos y también como recuerdo y como fantasía y el sentido del humor. Y mantiene, siempre fiel a sí misma y a su estilo, su ironía dulce y compasiva, su mirada aguda de niña todavía capaz de encontrar belleza en una orquídea o en los ojos de un perro, y su firme devoción por la palabra y por una lengua a la que se siente pegada «como el feto a la madre».
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