La arquitectura fantasma
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Un rascacielos de una milla de alto, una cúpula que cubriría casi todo el centro de Manhattan,
un arco de triunfo en forma de elefante... Algunos de los edificios más fascinantes de la historia de la arquitectura son los que nunca llegaron a construirse. Algunos son obras maestras de la arquitectura; otros, simples fantasías. Y en la mayoría de los casos el obstáculo no fue un mal diseño: la política, la falta de fondos o un cliente que se decantó por una opción "segura" en lugar de una visión atrevida evitaron que los proyectos saliesen de la mesa de dibujo.
Estructuras como la cúpula sobre Nueva York de Buckminster Fuller o la torre de una milla de alto de Frank Lloyd Wright pueden parecer imposibles por audaces, pero también apuntan a edificios que se materializaron décadas más tarde: el Proyecto Edén y The Shard. Algunas de esas maravillas no construidas son diseños de una gran belleza, muy personales, como el enorme monumento esférico a Isaac Newton de Étienne-Louis; otras, como los planos urbanísticos de Le Corbusier, parecen querer enseñarnos a vivir. Las hay que ponen patas arriba las convenciones arquitectónicas, como los "rascacielos horizontales" de El Lissitzky y el curvilíneo y neoyorquino Hotel Atracción atribuido a Gaudí, y otras, como la Walking City y la Plug-in City de Archigram, resultan extrañas e inspiradoras a un tiempo.
un arco de triunfo en forma de elefante... Algunos de los edificios más fascinantes de la historia de la arquitectura son los que nunca llegaron a construirse. Algunos son obras maestras de la arquitectura; otros, simples fantasías. Y en la mayoría de los casos el obstáculo no fue un mal diseño: la política, la falta de fondos o un cliente que se decantó por una opción "segura" en lugar de una visión atrevida evitaron que los proyectos saliesen de la mesa de dibujo.
Estructuras como la cúpula sobre Nueva York de Buckminster Fuller o la torre de una milla de alto de Frank Lloyd Wright pueden parecer imposibles por audaces, pero también apuntan a edificios que se materializaron décadas más tarde: el Proyecto Edén y The Shard. Algunas de esas maravillas no construidas son diseños de una gran belleza, muy personales, como el enorme monumento esférico a Isaac Newton de Étienne-Louis; otras, como los planos urbanísticos de Le Corbusier, parecen querer enseñarnos a vivir. Las hay que ponen patas arriba las convenciones arquitectónicas, como los "rascacielos horizontales" de El Lissitzky y el curvilíneo y neoyorquino Hotel Atracción atribuido a Gaudí, y otras, como la Walking City y la Plug-in City de Archigram, resultan extrañas e inspiradoras a un tiempo.
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