Regreso al sáhara
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En 1972 y 73 el autor vivió durante 15 meses en el Sáhara, la última colonia española en África, oficialmente considerada «provincia» número 51. Casi medio siglo después repasa desde su perspectiva de periodista sus recuerdos del desierto, cuáles eran sus recursos, cómo vivían sus habitantes, su historia o el urbanismo de El Aaiún. Pero también quiénes eran los militares que dirigían la administración o mandaban las principales unidades, así como su trayectoria durante la transición a la democracia.
Este no es un libro de geografía, tampoco de economía, ni de política. Es un poco de todo eso, pero es también un libro personal, en el que se narran las vivencias y sentimientos íntimos del autor. Por eso aparecen en él cuestiones que sonarán a los españoles con edad suficiente como para haber hecho el servicio militar obligatorio, pero en absoluto se trata de un libro de historias de la «puta mili».
Confiesa que se sintió feliz cuando, ya licenciado, se marchó del Sáhara. No imaginaba entonces que el drama que vive el pueblo saharaui desde que el franquismo lo abandonó en manos de Marruecos avivaría aquellos recuerdos y le haría solidarizarse con su causa. No imaginaba que, cuarenta años después, volvería al Sáhara. Pero esta vez al territorio que controla el Frente Polisario y a los campamentos de refugiados, situados en suelo argelino, en los que residen los saharauis que escaparon de la represión marroquí. En el libro se describe, con cruda pero también humana realidad, la difícil situación en que viven muchos miles de personas, las de más edad con viejos DNI españoles aún en el bolsillo, a las que buena parte del mundo, y sobre todo España, parece haber dado la espalda.
No nos olvidemos del Sáhara.
Este no es un libro de geografía, tampoco de economía, ni de política. Es un poco de todo eso, pero es también un libro personal, en el que se narran las vivencias y sentimientos íntimos del autor. Por eso aparecen en él cuestiones que sonarán a los españoles con edad suficiente como para haber hecho el servicio militar obligatorio, pero en absoluto se trata de un libro de historias de la «puta mili».
Confiesa que se sintió feliz cuando, ya licenciado, se marchó del Sáhara. No imaginaba entonces que el drama que vive el pueblo saharaui desde que el franquismo lo abandonó en manos de Marruecos avivaría aquellos recuerdos y le haría solidarizarse con su causa. No imaginaba que, cuarenta años después, volvería al Sáhara. Pero esta vez al territorio que controla el Frente Polisario y a los campamentos de refugiados, situados en suelo argelino, en los que residen los saharauis que escaparon de la represión marroquí. En el libro se describe, con cruda pero también humana realidad, la difícil situación en que viven muchos miles de personas, las de más edad con viejos DNI españoles aún en el bolsillo, a las que buena parte del mundo, y sobre todo España, parece haber dado la espalda.
No nos olvidemos del Sáhara.
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