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#yotambiensoyanarquista

Desde 2011 se contabilizan en el estado español más de cincuenta detenciones por el llamado “terrorismo anarquista”. 18 personas han sufrido cárcel, otras como Franciso Solar y Mónica Caballero, detenidas tras la explosión del Pilar, el 13 de noviembre de 2013, siguen bajo castigo carcelario esperando juicio. La "Operación Piñata", una reedición de la reciente "Pandora", acaba de producir 38 detenciones tras allanar domicilios, locales y ateneos populares sin ningún miramiento. Probablemente ha sido ésta la operación policial contemporánea más amplia contra el universo anarquista. Pero no se trata solo de reprimir al anarquismo, o a la parte de él que más "juego" ofrece por su estética y práctica, como se pretende hacer creer.

Sin duda, las nuevas leyes represivas, la Ley Mordaza y el nuevo Código Penal, sirven ejemplarmente, y aún mejor servirán en adelante, para dejarnos bien clarito, a inconformistas y potenciales revoltosxs, que cualquier intervención política más allá de los límites que marcan sus leyes, las del régimen postfranquista y continuista del 78, será duramente castigada. "Curiosamente" la criminalización del descontento activo, de la disidencia, coincide en el tiempo con la reactivación de las protestas sociales y con la aparición de partidos o iniciativas electorales ciudadanas que nacen de la crítica radical al modelo político que venimos sufriendo desde el estreno de nuestra democracia "de mentira". Un buen aviso para nuevos navegantes de las turbulentas aguas institucionales, no sea que la apuesta electoral (por otra parte el único medio de participación y decisión que permite el imperio del Estado) acabe sabiendo a poco y entren ganas "de más".

Es obvio que el “terrorismo anarquista” representa ahora la excusa idónea para reprimir espacios autogestionados y despertar el miedo a la protesta, mientras los nazis, la otra cara de la moneda que emplea el sistema para reprimirnos, campan a sus anchas, como lo demuestra el concierto de nuestro barrio de Las Fuentes del 28 de febrero pasado. Pero, eso sí, los terroristas son los anarquistas.

Nuestro "movimiento de movimientos", como gustábamos decir a comienzos de los dos mil, en pleno estallido de la revuelta global contra la globalización capitalista que nos ha traído hasta aquí, tiene por delante, una vez más, la tarea añadida de eludir el enredo antirrepresivo en el que pretenden envolvernos apartándonos de la acción transformadora y de la construcción de alternativas sociales autogestionadas. Frente a su represión, más que nunca toca releer el pasado, aprender de él, reflexionar juntxs y hacer florecer la Solidaridad.

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